Esta obra titulada El jorobadito es un cuento, escrito por
Roberto Arlt. Y forma parte de los nueve
relatos reunidos en el volumen que lleva este nombre, publicado en 1933
posterior a las novelas El juguete
rabioso (1926), Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931), las cuales
fueron el punto de partida de la novela argentina contemporánea.
El título de El jorobadito,
podría simbolizar el mundo mutilado del narrador, no sólo físicamente sino un
mundo lleno de pesimismo, desilusión,
pero sobre todo de incertidumbre, un mundo grotesco, corcovado, abandonado de
todos.
Se trata de un cuento narrado en primera persona, puesto que el
narrador quien probablemente pertenece a la clase media, nos presenta sus
reflexiones, percepciones y desesperanzas. Los dos protagonistas establecen una
relación mutua pero incompatible, cuya amistad resulta incongruente, es una
relación más bien utilitaria, puesto que, el narrador pretende usar al
jorobado, a quien apodó Rigoletto, para deshacer el compromiso de matrimonio
con Elsa.
En este cuento, los
protagonistas representan un acusado individualismo que puede encontrarse en
las experiencias personales de su autor, la cual determinó la visión negativa
de la institución familiar y de la mujer, visión que proyecta su rechazo a la
institución del matrimonio.
Sin embargo, todo parece indicar que los personajes protagonizan una simbiosis conseguida
de manera óptima entre la deformación corporal de Rigoletto y la postura
ambigua del novio ante la vida y frente a la humanidad.
De factura realista
en El jorobadito, la voz burlona o
cínica del narrador se encarga de parodiar el drama de un mundo que se
desmorona, hasta convertirlo en una mascarada, desde la perspectiva de quien no
reconoce los valores y la utilidad de los esfuerzos. Por ello, la única salida
se concreta en la transgresión, en la degradación que permite una absurda
apariencia del ser y en la perversidad que, al menos para él, permite una
absurda certeza, la de existir en el mal.
Introducir a un
personaje como Rigoletto, figura típicamente picaresca y grotesca como
el mundo del narrador, y concebir el relato como un flujo de recuerdos en una
prisión, apoyado sólo en la memoria del narrador, con el montaje retrospectivo
que nos recuerda la técnica del flashback fue un gran acierto de Roberto
Arlt. En este caso, representa una afirmación de la temática
realista, ahora en un ambiente urbano, donde la urbe es entendida como un
agente destructor, la salvaje barbarie que se encuentra en plena confrontación
con la mente humana.
El final se conoce
desde el principio de la exposición, pues el lector llega a conocer el hecho
consumado: el asesinato del jorobadito.
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